Plataformas educativas asincrónicas postpandemia

Olman Vargas Benavides
5 min readApr 18, 2022

--

La experiencia de la educación a distancia en pandemia demuestra las ventajas de las plataformas asincrónicas para la transferencia de conocimientos por encima de las sincrónicas.

Van dos años de pandemia y contando, aunque no todo es como el primer año. Ya hay vacunas, incluso pediátricas, y entre otras prácticas prepandémicas que van volviendo poco a poco, las escuelas regresarán a la presencialidad. No “algunas escuelas”, no “modalidad mixta”, van parejo todas las escuelas y van 100% presencial.

En varias familias celebramos la noticia, probablemente las que desde mediados del año pasado habíamos tomado medidas para volver tan presencial como se pudiera. Y es que lo sabemos quienes tenemos a cargo personitas en edades de preescolar o primaria, la atención que requieren para ingresar a sus clases, hacer trabajos, conseguir materiales a veces de último momento o a veces que tenían listos pero nada más no encuentran a la hora de iniciar el trabajo, luego darles merienda, almuerzo, preparar el espacio para Educación Física, la bola y la suiza o simplemente atender cualquier problema técnico que pudiera surgir es bastante demandante. Y sí, quienes trabajamos desde la casa, en especial si hacemos trabajo independiente, sabemos que ese tipo de interrupciones son mortales para la productividad y mordidita tras mordidita consumen tiempo que habrá que reponer de noche ya con el cansancio del día escolar.

En fin, se que no todas las familias comparten ese contexto, y esto sumado a las condiciones de riesgo para contagiarse que hayan en cada hogar hace que en algunas casas sí se hubiera preferido continuar un tiempo más con las clases virtuales. A estas personas y familias les entiendo completamente y probablemente fueron capaces de organizarse y adaptarse a los respectivos métodos de educación en línea. En nuestra casa considero que logramos adaptarnos bastante bien pero sí sentimos en algún momento que la situación en poco tiempo ya no iba a ser sostenible.

Como he trabajado varios años en educación en línea, esta dinámica y los límites que demarcó fue en todo este proceso de un interés particular para mi. Inicialmente en la escuela de mis hijas y en muchas otras, la educación a distancia se manejó con guías, videos y ejercicios que en cada hogar aplicábamos en nuestro tiempo disponible, luego se optó por las sesiones sincrónicas por videoconferencia. Esto para tratar de respetar los horarios de la presencialidad y fue en un inicio tranquilidad para algunas personas encargadas de infantes porque parecía que ya no debíamos estar encima del “micromanaging” de la educación de nuestas crías pero como sabemos a estas alturas, no fue así. La considerable carga de clases por videoconferencia también trajo cansancio en estudiantes, problemas técnicos y se mantuvo una considerable cuota de atención requerida desde los hogares. Esto es de esperar dadas las circunstancias, y se le hizo frente con buena cara pero como decía antes en muchas casas ya pedíamos presencialidad. Y llegó, primero en modalidad mixta, la que definitivamente debió ser agotadora para las personas educadoras ya que se traducía en atender las clases presenciales y a distancia, muchas veces en el mismo horario, es decir tenían que hacer el doble o el triple del trabajo.

Pero terminó también la modalidad mixta e inició el 2022. El MEP (Ministerio de Educación Pública) fue siempre claro, se regresaría a la presencialidad al 100%. Así fue y las conversaciones entre familias se llenaban de comentarios catárticos y reflexiones sobre las distintas experiencias. Conversaciones en las que salen a flote las dificultades y contratiempos de las sesiones sincrónicas (incluso temas de salud mental como ataques de ansiedad o adicción a las pantallas) mientras que las personas que habían utilizado la metodología más tradicional del uso de guías, videos y ejercicios no habían experimentado tanta frustración y ansiedad por parte de sus infantes y propia.

Algo hizo clic en mi cabeza, porque precisamente las experiencias en mi trabajo de sesiones sincrónicas funcionaban para talleres de una o dos semanas y para maximizar el aprendizaje requerían de alguien como asistente manejando pequeños grupos que se conectaban y hacían ejercicios en un mismo espacio. O bien sirven para dinámicas muy específicas como clases de idiomas o charlas temáticas que no serán evaluadas. Pero para programas extendidos en el tiempo, con evaluaciones y contenidos más técnicos o académicos la recomendación y lo que mejor funcionaba eran los cursos asincrónicos.

Creo que muchas veces nos topamos con lecciones que se deben aprender varias veces. Es información que ya conocíamos pero para seguir aplicándola debemos refrescarla o entender desde un nuevo punto de vista porqué funciona así. Y a nivel personal esta lección fue una de esas, en el aprendizaje en línea son las plataformas asincrónicas las que más permiten difundir conocimiento, así como evaluarlo. Además las posibilidades y la flexibilidad que estas permiten ayudan a contrarrestar las barreras que presentan las diferencias horarias, cargas laborales o responsabilidades de individuos y familias, ritmo de aprendizaje y otros contratiempos que aunque se pueden solventar también con videoconferencias u otras iniciativas sincrónicas requieren de un mayor esfuerzo tecnológico y de mayor concentración por largos lapsos de tiempo. Concentración que cuesta cada vez más mantener de forma constante conforme se extiende el uso de la videoconferencia, ya sea por horas de sesión, por sesiones al día, a la semana o en programas trimestrales.

Así que concluyo la reflexión haciendo un llamado a no despreciar la educación en línea aunque en muchas casas ya estemos con gran agotamiento ante estas iniciativas. Pero también a preguntarnos cuando vamos a participar en estos cursos o bien construirlos en nuestos trabajos, si el contenido y la extensión del curso se adapta más a una iniciativa sincrónica por videoconferencia o amerita el uso de una plataforma asincrónica. Mi teoría es que la mayoría de las veces servirá más la segunda y así aprovechar los distintos tipos de evaluación, interacción y recursos de aprendizaje que se brindan sin sumarle la frustración que pueda generar el no poder conectarse en un mismo momento, ni el cansancio de estar escuchando a una persona por más de 45 minutos sobre un mismo tema en un recuadro de la computadora con una calidad de imagen y sonido que probablemente no sean lo óptimo para el aprendizaje. Porque quizás la mayor ventaja de los cursos en plataforma asincrónica es la posibilidad para depurar, revisar y asegurar la claridad no sólo en los aspectos técnicos sino en el mensaje o contenido que se quiere dar y cómo darlo.

--

--